El próximo sábado 29 de febrero, a las 10h00, en la Catedral Metropolitana San Pedro Apóstol, se realizará la ceremonia de ordenación episcopal del padre Antonio Crameri, nombrado por el Papa Francisco como nuevo obispo auxiliar de Guayaquil. En una entrevista con este medio, nos comenta un poco de su vida y sus expectativas para su nuevo encargo pastoral.
¿Cómo recuerda su niñez y adolescencia?
Mi niñez y adolescencia han sido muy felices. Nací un 4 de enero de 1969, soy el segundo de 4 hermanos y crecí en un clima de fe. Mis mejores catequistas han sido mis padres que me han «iniciado» a la fe. En los domingos siempre todos juntos a Misa. De lo que me contaron mis padres, el más terrible he sido yo.
¿A qué edad y cómo nació su vocación?
En el año 1983 entre al Seminario de la Sociedad de Sacerdotes de San José Cottolengo en Turín – Italia. Tenía 14 años. En mi vocación han jugado un papel importante también dos tíos (hermanos de mi mamá) y sacerdotes-misioneros cottolenguinos en África – Kenya. Cada tres años iban de vacaciones a Suiza y de ahí me enamoraron de la misión. Mi vocación maduró poco a poco y en eso tienen un papel importante también los pobres, la razón de nuestro ser. Ellos en más de una ocasión salvaron mi vocación.
¿Cómo se enteró que había sido nombrado obispo auxiliar de Guayaquil y cuál fue su reacción?
En relación a mi nombramiento a obispo auxiliar de Guayaquil, fue el Nuncio Apostólico a comunicármelo, el pasado 11 de diciembre, en un encuentro con él en Quito. Realmente no me lo esperaba y lo que supe responderle fue: «Eso no es posible, yo no soy digno, ni a la altura para un cargo así. Además, ¡El poco latín que estudié, me lo olvidé!». Solo Dios conoce las lágrimas que derramé.
¿Cuáles serán sus funciones como obispo auxiliar?
Recién llego a Guayaquil, y no me han sido comunicadas todavía mis funciones. En los próximos días me reuniré con Mons. Luis Cabrera y me imagino que me pondrá al tanto de aquello.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta en esta nueva misión?
Estoy seguro que será un total cambio de vida. Una vez más uno se da cuenta que cuando te entregas a Dios ya no te perteneces. Tengo todavía que tomar conciencia del gran don que Dios me ha hecho.
¿Cuáles son sus fortalezas y en qué área cree que se debe profundizar el trabajo?
¿Fortalezas? No dudo que mi mayor fortaleza sea Dios. Todo lo puedo en Aquel que me da la fuerza. Dentro de mi experiencia me gustaría trabajar y profundizar con las familias, los jóvenes, con una atención especial a los pobres. Serán ellos quienes nos abrirán las puertas al paraíso.
La Arquidiócesis de Guayaquil atraviesa una escasez de vocaciones ¿Cómo la Iglesia podría trabajar para promover más vocaciones?
El trabajo vocacional más eficaz es a través el testimonio… En saber iluminar y dar sabor a la vida con optimismo, entrega sin reserva y gozo a los desafíos de la vida.